...Cuentos de ciudad...

miércoles, marzo 15, 2006

Me lo esperaba

-¡Hola!
-Hola.
-¿Cómo te llamas?
-Mmm... Julia.
-Yo *****.
-¿Has visto qué día tan bonito hace hoy?
-Mhm.
-¿Tú prefieres que haga sol o que llueva?
-Oye, lo siento, me tengo que ir.
-Vaya. Está bien. Adiós.
-Adiós.

Al principio me contestan por cortesía; según y como hasta por compasión, diría yo. Pero cuando ven que quiero conversar un poco, charlar un rato, saber más de ellos, supongo, al fin y al cabo, se marchan y me dejan como estaba. A veces incluso me dicen que lo sienten.
Hace bastante que quité los espejos de mi casa; creo que ni yo podría ser capaz de hablarme a mí mismo normalmente.
Alguna vez me he enterado de que había muerto una de esas personas que no habían querido seguir conversando conmigo. Pero yo sigo aquí.
Otras veces, otras personas se han acercado a mí animadamente y han querido pasar muchísimo tiempo conmigo. Después murieron. Y yo sigo aquí.
No sé qué es exactamente lo que le da miedo a la gente. Creo que en un principio les da miedo que no sepa lo que ocurre, como si fuera un estúpido que no sabe lo que ocurre. Supongo que ellos ya saben que no soy un estúpido, así que la imagen de sí mismos diciéndome “Oye, ¿sabes que te vas a morir?” les aterra. Así que al principio dudan. Y a mí me sabe mal decirles: “Sí, bueno. ¿Sabes que tú también?”. Creerían que es diferente. Me dirían que no es lo mismo.
Pero como no les da tiempo a plantearse todo eso mientras yo les pregunto por su nombre y si les gusta el día que hace, lo que provoca que se acaben marchando es el miedo a que me cojan cariño. Porque lo que ellos ven en ese momento, directísimamente asociado al hecho de hacerse amigos míos, soy yo muriéndome, sin pensar siquiera cuándo ellos van a estar muriéndose. Por eso se marchan. Por eso he quitado los espejos de casa.
Una vez, mientras estaba sentado en un banco, en el parque, se acercó un niño hasta mí y me dijo:
-Hola.
Y yo le contesté:
-Hola.
Me miró un rato.
-¿Sabes que tienes escrito en la frente que te vas a morir?
Puse cara de sorprendido y me froté la frente haciendo ver que intentaba borrarme algo.
-¿Ya está?-, le dije.
-No, sigue ahí.
Por una fracción de segundo hasta tuve la esperanza de que contestara otra cosa.
-¿Así que te vas a morir?-, me dijo el niño.
-Parece que sí.
-¿Y sabes cuándo?
-Pues... no.
Pausa.
-Y de mientras, ¿qué haces?

Mañana tengo que morirme.

2 Comments:

  • Si es que la gente se hace unos tatuajes más gilipollas. Yo tenía pensado ponerme "cuidado que voy" en el culo.

    By Anonymous Anónimo, at 16/3/06 01:08  

  • EINSSSSS
    me puedes explikar pk tioene eso escrito en la kara??? Jo me siento tonta kuando leo tus kuentos pk muxas veces no pilloo las kosas o lo q kuieres decir!!

    By Anonymous Anónimo, at 25/4/06 20:59  

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